lunes, 5 de abril de 2010

Más difícil de lo que pensé

11:30 am, esa hora marcaba el reloj de la estación Copilco, en el metro. Se suponía que hoy iba a hablarle a la gente del proyecto.
Se abrieron las puertas, entré. En el momento en que pisé el tren sentí que mi pecho ardía y entonces supe que no lo iba a hacer, estaba demasiado nerviosa, más bien, aterrada. La gente, que era poca en el primer vagón, me veía porque estaba en medio del pasillo, creo que se dieron cuenta de que se suponía que diría algo.
Salí del vagón al llegar a la siguiente estación, traté de controlarme pero me fue imposible, escuché que el siguiente tren se acercaba y me dije "en este tienes que hacerlo". Y entré... Mi boca no emitió ningún sonido, aunque la sensación de la primera vez no apareció, seguía asustada. Salí.
La siguiente vez que miré el reloj eran las 11:48 am. no sé qué estación era pero estaba muy enojada conmigo, ya había subido y bajado de por lo menos cinco vagones y aún no lo lograba.
Aunque tenía las palabras perfectas para comenzar, simplemente no podía hacerlo.
No recuerdo qué estación era ni me fijé en la hora, me senté y traté de hablar conmigo, me dije que eran personas y que no me morderían, que era para mejorar su día, en fin... creo que lloré, o creí que iba a llorar porque pensé que no lo lograría. Volví a entrar a otro vagón de otro tren con otras personas... sin lograrlo.
Creo que estaba en La Raza, sentada en el andén, peleándome conmigo por ser tan cobarde y no poder hacerlo.
Casi me doy por vencida cuando me dije (de nuevo) que tal vez quería iniciar de una forma incorrecta, así que cuando llegó el siguiente tren lo único que hice fue darle las hojas una por una a cada persona, sólo les decía "hola", "buenas"tardes" "te la regalo" y también les regalaba una sonrisa que pocos me regresaban. Después de la segunda vez me sentí en mayor, mucha mayor confianza. Lo más gratificante fue ver que realmente lo leían, no sé cuál eral la impresión pero lo leían, y yo había logrado que lo hicieran. Las 300 copias que llevaba se acabaron más rápido de lo que creí. Esperé a regalar las últimas 14 copias en la estación Copilco, de regreso a mi destino, era la 1:20 pm, ¿tan rápido?. Cuando tomé el camión, me sentí feliz, había superado la primera prueba, y aunque sé que pronto tendré que atreverme a hablar, tendré más confianza para hacerlo. Porque no muerden.

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